Hay varias leyendas sobre los orígenes de Zahara de los Atunes. Una de las más conocidas dice que Zahara surgió de las ruinas de un antiguo castillo construido por los árabes. Según la leyenda, un rey musulmán enamorado de una mujer cristiana decidió construir un castillo en su honor, pero ella murió antes de que pudieran casarse. Tras su muerte, el rey abandonó el castillo y los pescadores de la zona comenzaron a utilizarlo como refugio durante las tormentas. Con el tiempo, se convirtió en el pueblo que hoy conocemos como Zahara de los Atunes.

Inspirados por esa historia, en Inzahara nos hemos permitido crear este cuento, al que hemos adaptado dando por supuesto un final feliz:

“Había una vez un rey moro llamado Al-Mundhir, que reinaba sobre un vasto territorio en el sur de España. Era un hombre justo y sabio, pero también estaba solitario, ya que no había encontrado aún a la mujer con la que deseaba compartir su vida.

Un día, mientras visitaba una pequeña aldea en el norte de su reino, conoció a una joven cristiana llamada Isabella. Ella era hermosa y astuta, y Al-Mundhir quedó cautivado por sus encantos desde el primer momento. Sin embargo, debido a las diferencias culturales y religiosas entre los dos, sabía que su amor no sería bienvenido por su pueblo ni por el suyo.

A pesar de ello, Al-Mundhir e Isabella comenzaron a encontrarse en secreto y su amor floreció. Cada vez que se veían, se sentían más unidos y más decididos a luchar por su pasión. Pero un día, unos bandidos descubrieron sus encuentros y los informaron a los líderes de ambos pueblos.

La reacción fue inmediata y fuerte. Los líderes exigieron que Al-Mundhir abandonara a Isabella y regresara a su propio reino. Pero el rey sabía que su corazón pertenecía a la joven cristiana, y decidió huir con ella.

Juntos, Al-Mundhir e Isabella viajaron por todo el territorio, escapando de sus perseguidores y buscando un lugar donde pudieran vivir juntos en paz. Finalmente, llegaron a una pequeña aldea en la costa y decidieron establecerse allí.

Con el tiempo, la aldea se convirtió en un pueblo próspero y los habitantes aceptaron a Al-Mundhir y Isabella como sus líderes. Juntos, gobernaron con sabiduría y justicia, y su amor se convirtió en leyenda. Muchos años después, cuando ambos murieron, la gente decía que sus espíritus aún habitaban en el pueblo, bendiciéndolo con su amor eterno.”